2/12/12

Diseño inteligente

Mira que si el universo hubiese tenido la más mínima diferencia de como es ahora... Parece increíble que se haya dado justamente todo lo necesario para la vida, ni más ni menos. Demasiada coincidencia, dicen.

Una metáfora para explicarlo suele ser el póquer. Si en tu primera mano te reparten escalera real (la más alta combinación posible) en la primera jugada, lo más lógico es pensar que alguien confabula para ayudarte. Es tan poco probable que te caiga la mano directamente, que es razonable extrañarte. Si la baraja tuviese miles de millones de cartas disponibles, en vez de 52, ya ni te cuento.

Hay, sin embargo, una gran falla en este razonamiento. Sin haber visto otros universos es imposible determinar la probabilidad de que se den las mismas condiciones que en el nuestro (o suficientemente parecidas). Es más, ni siquiera conocemos la vida lo suficiente para saber en qué condiciones surge. Hasta donde sabemos, es posible que en cualquier universo pudiese surgir algo digno de llamarse vida. Con un tamaño y tiempo casi infinitos, son altas las probabilidades de que, en algún sitio, surja una estructura capaz de tomar energía y reproducirse. El resto es selección natural.

Por así decirlo, en esta partida primero se reparten las cartas y luego decidimos el juego. Sea cual sea la mano que nos echen nos diseñamos un juego en el que tener la mano ganadora.

Y todas las veces quedamos asombrados: "Qué casualidad que nos haya tocado justamente la mano ganadora, de entre todas las posibles"

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